Emisiones rellenos y vocs en el área de influencia

Los gases emitidos por los rellenos sanitarios son causantes de olores que pueden afectar las áreas vecinas. Además de las emisiones por evaporación directa de productos químicos presentes en los residuos depositados, los residuos orgánicos de origen doméstico, comercial o industrial son descompuestos por bacterias liberando gases olorosos y compuestos orgánicos volátiles – COV´s. Las reacciones de descomposición dependen de diversos factores, como la humedad, los niveles de oxígeno y la temperatura al interior del relleno, además del tipo de residuos.

Entre los gases producidos el metano y el dióxido de carbono se presentan en mayor proporción, puesto que corresponden al producto final de la descomposición bacteriana de la materia orgánica. Sin embargo, estos gases no representan riesgos para la salud, ni son causantes de olores. A pesar de que el metano es inflamable, no representa peligro de incendio o explosión una vez liberado al aire, siendo la mayor preocupación respecto al metano su potencial como gas efecto invernadero 23 veces mayor que el CO2. Le siguen en abundancia los compuestos de azufre, como son los mercaptanos, el sulfuro de dimetilo y el ácido sulfhídrico (H2S), principales causantes de olores nauseabundos, con un olor característico a podredumbre.

Otros gases característicos emitidos en los rellenos, aunque en menor proporción, son los COV´s. Algunos de estos compuestos aunque según la literatura especializada se encuentran en contenidos menores al 1% en peso de los gases emitidos, son clasificados como peligrosos para la salud. Entre ellos se encuentran principalmente el benceno, tolueno, cloroformo, cloruro de vinilo, tetracloruro de carbono, y el 1,1,1 tricloroetano.

Algunos compuestos inorgánicos también son emitidos por los rellenos, siendo el Mercurio el que mayores riesgos representa para la salud. El mercurio proviene principalmente de los tubos fluorescentes, termómetros, pilas, pinturas de látex y cápsulas de amalgamas dentales. Este metal, bajo las múltiples reacciones de transformación de la materia orgánica, finalmente produce la forma orgánica de metil mercurio, reconocida por su alta toxicidad para los seres vivos.